Autor: HUGO ALCAYAGA BRISSO
En este país de damnificados a causa de las duras crisis, fenómenos naturales y emergencias permanentes, viene a cuenta la idea de crear un Ministerio de Reconstrucción en el más amplio sentido: capaz no solo de levantar e instalar viviendas para las miles de familias que han perdido la suya, sino que también - con las atribuciones pertinentes y manejo económico adecuado - encargado de atender y empezar a reconstruir la vida de millones de chilenos dañados por el sistema socioeconómico vigente aún.
Este es el modelo neoliberal estructurado por los dueños del dinero, los mismos que son los dueños de Chile, que rige desde la dictadura hasta ahora sin ningún tipo de cambios y que todos los días embiste implacablemente contra las clases populares a través de sus múltiples expresiones traducidas en desigualdades, discriminaciones, abusos y atropellos que agravian y desalientan a la población.
Chile vive en un continuo estado de alerta roja que pareciera natural, porque las desgracias no dan tregua y este año se han presentado una tras otra con inusitada violencia y desastrosos estragos, antes del término del primer semestre y en circunstancias sin precedentes: el pais todavia no se repone de los efectos del mega incendio intencional de febrero en Viña del Mar y Quilpué, donde hubo 137 muertos, 8.188 hogares destruidos y 21.229 damnificados, cuando aparece una sucesión de sistemas frontales que han dejado bajo el agua a gran parte de la zona centro sur del territorio nacional.
Antes del inicio del invierno ya había incontables compatriotas sin casa y sin pertenencias con la ropa mojada y el ánimo por los suelos confundiéndose con toneladas de barro y lodo luego de que el agua entrara a las piezas. La sensación de abandono es estremecedora, porque en pleno siglo XXI no hay un sistema de seguridad social que proteja a la gente, su vida y su entorno.
En pocos meses, entre febrero y junio, parte importante del país ha sido devastada de nuevo - como ocurre siempre - y los sectores más golpeados son aquellos carentes de recursos ya castigados por el modelo antipopular. Por eso las autoridades se ven forzados a la adopción de medidas inéditas que a estas alturas son indispensables.
La iniciativa de poner en marcha una nueva Secretaria de Estado surgió en el propio gabinete ministerial del actual gobierno, al constatar que los esfuerzos desplegados para atenuar las consecuencias de estas tragedias no bastan. Resultan insuficientes y en un alto porcentaje los resultados no satisfacen a la población afectada.
Una de las ideas centrales de la propuesta tiene que ver con la necesidad de que el Estado esté en condiciones de construir viviendas para acelerar la entrega de una ayuda temprana. En la actualidad el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo no construye casas y requiere de oferentes privados, para muchos de los cuales esto no pasa de ser solo uno de sus negocios.
Este es un país privatizado de punta a cabo por la dictadura y las dos derechas hasta en los detalles, porque todo depende de la gran empresa privada. Muchas familias que quedaron con lo puesto y de brazos cruzados en Viña del Mar reclaman porque las viviendas de emergencia que les han sido asignadas presentan fallas estructurales, los techos no están firmes y las precipitaciones se filtran al interior por puertas y ventanas. "No fueron hechas con cariño", dice una vecina que duerme en una carpa.
Los temporales de estos días han derivado no solo en el desborde de ríos, esteros y canales, sino en que miles de personas han debido evacuar sus casas anegadas. Por el momento no es posible precisar su número exacto, pero se sabe que continúa aumentando el déficit habitacional que a nivel nacional supera holgadamente el medio millón de viviendas.
El país parece estar acostumbrado a calamidades como los incendios en el verano y las inundaciones en el invierno, todo lo cual significa la pérdida de vidas humanas, destrucción de las precariedades e impotencia poblacional. Ello se suma al hecho de que las clases populares que son las que reciben este castigo, ya vienen golpeadas por las penurias que a diario les causa el sistema oprobioso y el mercado abusivo.
La desprotección de tanta gente sin recursos y en situación de abandono determina que las autoridades procedan a la entrega de bonos como ayuda indispensable para poder sobrevivir. Existen bonos de reparación, de arriendo, para la compra de enseres, emprendimiento, etc.
Este gobierno tan moderado y timorato para intentar cualquier cambio sustancial, tiene ahora la oportunidad de reivindicarse entregando un robusto bono de reparación o indemnización a las víctimas del neoliberalismo que son legiones de chilenos empobrecidos, cesantes, endeudados y maltratados por tantos años, impunemente. Las autoridades no los quieren ver y tampoco se legisla en su favor.
En este tiempo hay miles y miles de damnificados por los incendios y los temporales, pero son muchos más aquellos que han visto sus aspiraciones reducidas a cenizas y sus derechos ciudadanos arrasados por aluviones de injusticias y abusos por parte del poder del dinero y que también merece una mano del Estado para vivir con dignidad.
Cada día el modelo socioeconómico vigente atenta contra las clases populares con desprecio, premeditación y alevosía, lo que justifica plenamente la entrega de esta ayuda solidaria que sería a la vez el único legado significativo del actual gobierno.
Hugo Alcayaga Brisso
Valparaíso.
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