Autor: Dr. Julio Carranza
El debate sobre la economía y la necesidad de reformas económicas en Cuba tiene ya una historia de casi 30 años, no quiere decir esto que antes este no existiera también, me refiero al debate que se abre en los años 90’s luego de la crisis y desaparición del campo socialista en Europa, hecho que cambio radicalmente el contexto de inserción internacional de la economía cubana y puso en cuestionamiento muchos de los supuestos que habían determinado la organización y planificación de la economía nacional.
Para algunos, desde principios de los 90 quedaba clara la necesidad de una reforma fundamental de la economía cubana y así lo propusimos en diversos artículos y libros. Esas propuestas fueron a veces rechazadas, otras ignoradas y en un principio poco apoyadas o reconocidas.
Acontecimientos internacionales y nuevas dinámicas en la economía nacional como el impacto del turismo y la articulación de ciertas reformas (aunque limitadas y sin integralidad) permitieron avanzar en el tiempo con cierta recuperación y sin crisis extremas, pero sin resolver los problemas y limitaciones fundamentales que impiden la recuperación de la eficiencia económica y tasas de crecimiento adecuadas.
El establecimiento de gobiernos progresistas en América Latina, fundamentalmente en Venezuela y el cambio de política de los Estados Unidos bajo la presidencia de Barack Obama favorecieron esos resultados.
Durante esos años, ante la evidencia de que a pesar de haber logrado cierta estabilidad los problemas estructurales no se superaban se fue asentando la percepción (no sin polémicas y resistencias burocráticas) sobre la necesidad de cambios más profundos que rompiendo con viejos paradigmas como la estructura de la propiedad, el carácter de la planificación, la autonomía de las empresas estatales, el sistema de incentivos, etc, dieran lugar a una nueva economía socialista que integrará una mayor dinámica de los mercados y nuevos actores económicos.
Este nuevo consenso tuvo su momento más importante cuando sus principales concepciones se integraron en documentos políticos de gran importancia como “Los Lineamientos” y fundamentalmente el conocido como “La Conceptualización”, detalles y matices más o menos, esos conceptos coincidían con el tipo y el rumbo de la reformas que algunos economistas veníamos argumentando y defendiendo por unos 20 años.
Quizás el punto más débil es la falta de insistencia en lo imprescindible de que un proceso de cambios económicos con este alcance, debe cuidar su integralidad a través de los principios de secuencialidad y simultaneidad que debe tener el conjunto de transformaciones y decisiones que vayan perfilando su rumbo para garantizar su funcionamiento, así como la definición de las etapas que se deben ir cumpliendo con una prefiguración clara de hacia dónde, hacia qué modelo de organización y funcionamiento se debe conducir a la economía nacional, o sea, cómo producir, qué producir, para que mercados producir, es decir, como replantear las relaciones de producción (producción, distribución, cambio y consumo) y la reinserción internacional, partiendo de las realidades internacionales y de las experiencias propias y ajenas de las limitaciones del socialismo histórico.
La falta de integralidad de las medidas que se toman pueden provocar el fracaso de estas y entonces equivocadamente descalificar la reforma, cuando la causa es su insuficiente implementación. La economía es un sistema complejo donde cada una de las partes influye, a veces de manera determinante, en el comportamiento del todo.
Estas limitaciones de la actual reforma en curso o “actualización”, si se quiere emplear el concepto oficial, me refiero a su falta de integralidad y sistematicidad, explican en gran medida su aún falta de consolidación y la persistencia de resultados económicos insuficientes. Las resistencias de la burocracia y la permanencia de concepciones ortodoxas sobre el socialismo en sectores minoritarios pero influyentes, explican en mucho esta situación, en la cual, a pesar de la clara aceptación y la jerarquía política qué documentos como la Conceptualización, aprobados por el Congreso del Partido, le han dado a la reforma esta avanza de manera lenta y sin integración.
En lo que ha corrido de este debate durante los últimos años, muchos análisis, propuestas y críticas acertadas han sido presentadas por diversos economistas y otros profesionales y personalidades, todos con una vida de compromiso con el proceso revolucionario cubano, que han consolidado una concepción más certera sobre la necesidad, los contenidos y la urgencia de la reforma y su curso.
Desde discusiones y propuestas más generales y estratégicas hasta muy valiosas referencias a problemas más puntuales de un sector específico, o de la política monetaria y cambiaria, la estructuración de un sector no estatal de pequeñas y medianas empresas más protegido jurídicamente y económicamente, la transformación de las empresas estatales para su mayor autonomía y dinamismo, el carácter esencial y urgente de las transformaclones en la agricultura, la mayor apertura a la inversión extranjera, cambios en los principios de la planificación, etc, se pueden encontrar en estos intercambios y textos, que deberían ser más atendidos y tenidos en cuenta por los que tienen responsabilidades en la toma de decisiones estratégicas.
Hemos visto con agrado como en reciente reunión en el Ministerio de Economía el Presidente de la República ha reclamado mayor atención al debate y nuevas ideas para la transformación de la economía y la superación de sus problemas. En mi opinión, en el debate que aquí he referido que data de más de 20 años y sobre todo los diversos aportes durante los últimos 5 años en los que han participado y están participando personas muy valiosas y muy formadas, hay un invaluable arsenal de ideas y propuestas innovadoras, útiles y oportunas, todas coherentes con lo definido por la Conceptualización, que constituirían un importante aporte al justo reclamo del Presidente. Un debate que se debe profundizar más aún, dado lo complejo de la actual situación.
Ahora con este texto quiero añadir una consideración nueva que refuerza las anteriores. Con la elección del Presidente Donald Trump en los Estados Unidos y el establecimiento progresivo de un muy negativo y agresivo “dream team” en los puestos ejecutivos que influyen y determinan en la política hacia America Latina, presionados además por influyentes congresistas conservadores, sobre todo cubanoamericanos, en un contexto de retroceso de los gobiernos y fuerzas progresistas en la región y la
Venezuela Bolivariana sometida a una agresión sin precedentes, sumado a las amenazas y acciones contra el Gobierno cubano, incluida la nueva activación de la ley Helms-Burton, lo del avance de la reforma económica no es ya solamente una necesidad para una economía más eficiente y viable compatible con una estrategia de desarrollo a mediano y largo plazo, es ahora además un asunto de seguridad nacional.
El contexto de agresiones y las declaraciones del actual gobierno norteamericano acerca de que “ha llegado el momento de asfixiar financieramente a Cuba”, exige una respuesta “hacia adelante” en busca de un nuevo dinamismo, rompiendo definitivamente con cualquier “parálisis paradigmática” que pueda detener o enlentecer la reforma, además de los factores económicos más que explicados, hay también urgencias políticas, es esencial entregarle a las nuevas generaciones un proceso que los incluya y los beneficie, de manera que se eleve su compromiso y apoyo activo, poniendo en sentido positivo toda la creatividad y fuerza de ese sector fundamental de la población, sin el cual sería muy difícil la necesaria resistencia que una vez más el país tiene que desplegar para proteger su independencia y soberanía.
En mi opinión, sería contraproducente que la reacción defensiva que lógicamente genera un escenario de agresiones cerrara el camino de la reforma en vez de hacerla avanzar con mayor firmeza e integralidad. La Constitución recientemente aprobada puede favorecer ese avance.
En medio de las tensiones del período especial de los 90’s, cuando la producción de alimentos era crítica y se hacían necesarias reformas en el sector agrícola, entre ellas la restitución del mercado campesino, contra el que se levantaban fuertes resistencias, Raul Castro afirmó en defensa de esa decisión “Los frijoles son tan importantes como los cañones”, en mi opinión, ahora ante los actuales desafíos y tan adversa situación internacional se debe tener la misma perspectiva de entonces, o sea el avance integral y firme de la reforma económica, en el sentido que claramente recoge el documento de la Conceptualización, porque, insisto, se trata también de un asunto de seguridad nacional.
Como he expresado en otros textos y ahora con más razón, el tiempo es una variable crítica, no hay en esto el más mínimo tono alarmista, es el resultado de la observación objetiva de la realidad y sus retos. Alguien puede negarlo?, aquí habemos muchos para argumentarlo con serenidad y compromiso.
Se pueden referir riesgos políticos en el curso de la reforma, pero en la situación actual no hay escenarios sin riesgos y deben ser enfrentados con la audacia y la inteligencia que un proceso de la naturaleza del cubano exige, la inacción, la parálisis y el conservadurismo serían la peor opción, no tenemos derecho a esperar.
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