Autor: ARAM AHARONIAN *
Las expresiones descomedidas, agraviantes. insultantes, escatológicas, que usa a menudo el presidente argentino Javier Milei para descalificar a opositores, en una retahila permanente sin antecedentes en una figura presidencial, tratan de ocultar las multitudinarias movilizaciones populares que marcan el termómetro del malestar de las clases media y trabajadora contra el gobierno anarcocapitalista.
Las diatribas escatológicas de Milei corren paralelas a la conmoción que provocó la estrategia destructiva del gobierno, que desestabilizó a los partidos de oposición, a la oposición amigable, al oficialismo y también a las centrales empresarias como la Unión Industrial Argentina, preocupada por la abrupta caída del consumo en todos los niveles (desde automóviles a los alimentos y la indumentaria). Este golpe continuo, sin embargo, aún no se ha reflejado en un cambio decisivo en las preferencias políticas.
Hace dos años dijo qué si le tocaba ser presidente en 2023 subiría «el precio de los antidiarreicos porque estarán todos los políticos cagados».
En su presentación frente al auditorio durante la cena de la ultraderechista Fundación Libertad el presidente argentino se expresó en forma descomedida con varios economistas neoliberales, entre ellos el diputado Ricardo Lopez Murphy, quien calificó como «una groseria inaceptable para un Presidente» la frase de Javier Milei “¿Saben cómo va a crecer la economía? Como pedo de buzo”.
«Las groserías me caen muy mal, degradan a la sociedad. Pretendería que nuestros presidentes nos eleven, que no sea un carrero. Las barbaridades e insultos dichos por el presidente le hacen mal al pais», dijo López Murphy, reencediendo las polémicas sobre el vocabulario y las groserías permanente del inquilino de la Casa Rosada.
Si algo ha ido perfilándose como evidente en la política contemporánea, es que la vulgaridad rinde buenos réditos para establecer vínculos de fidelidad con las mayorías. Insultar, mentir, tergiversar y asumir poses prepotentes en contextos próximos al espectáculo se ha transformado en una de las vertientes dominantes de nuestros días,
Sin dudas, Milei no es original. Uno de los exponentes más destacados de esta tendencia ha sido (y sigue siendo) el expresidente estadounidense Donald Trump, quien mientras más escandaloso aparezca, más parece subir en sus índices de popularidad.
Consciente de que mientras más chabacano se muestre, más será aclamado y querido, parece estar engarzado en una carrera contra sí mismo para tratar de superarse diciendo disparates a diestra y siniestra, señala el académico costarricense Rafael Cuevas. Y pareciera que Milei lo imita hasta en eso, pero aún no cosechó los laureles de Trump.
La escatología avanza
Aún siendo candidato a presidente, Milei hizo una polémica referencia al balotaje del 19 de noviembre cuando posteó una imagen inspirada en la película Matrix y agregó: “Tener dignidad o cagar en un balde”. El escritor y exembajador argentino en la Unesco, el derechista Jorge Asís, advirtió sobre el crecimiento escatológico de Milei y el peligro de jugar con fuego en el momento menos oportuno.
Además de dejar conceptos e ideas, imitó a gente, se burló de economistas, brindó algunos gestos, tuvo un cruce, no publicó, con otro liberal que tiene ideas un poco distintas a las suyas».
Esta manía (¿o estrategia?) de descalificzar e insultar se ha vuelto común en el Presidente. A los diputados, senadores, gobenadorers, irigentes sindicales, Milei viene diciéndoles con cierta regularidad, en forma alternada, idiotas útiles, delincuentes, coimeros y parásitos. Cuando el temporal de vituperios amaina los describe como miembros de la casta corrupta. Hoy casta ya pasó a ser una categoría amable, señala el conservador La Nación
Al disertar en la ciuad de Corrientes, a Milei le pareció insuficiente afirmar de manera indiscriminada que todos los políticos “son una mierda”. A los legisladores los llamó soretes.
Quizás el mandatario libertario evoque lo que recordó hace un par de años el papa Francisco, la coprofilia, la atracción fetichista por los excrementos. El Papa se la atribuyó en su momento a los medios de comunicación. La puso a la misma altura que otros tres pecados: la desinformación, las calumnias y la difamación. No confundir la coprofilia con la coprolalia, que es la patología de quien tiene el impulso de descargar un vocabulario escatológico y obsceno.
Pero pareciera que el mismo Papa absolvió en Roma a Milei como insultador sin filtro: lo recibió durante 70 minutos. Quizá Milei tuvo tiempo para disculparse de los improperios que había vertido contra él, contra Su Santidad: lo había calificado como imbécil, impresentable, promotor del pobrismo, defensor de dictadores, jefe de un sistema que mata a la gente, representante maligno en la Tierra. Y, para colmo, comunista.
Lo que no está claro es si los legisladores insultados sabrán o podrán perdonar al presidente anarcocapitalista igual que perdonó el Papa cuando lo confundieron con el Diablo. El viejo debate sobre los medios y los fines, aunque solapado, vuelve a estar en carpeta. En realidad no se trata siquiera de los fines, sino de los medios para conseguirlos, señala Pablo Mendelevich en La Nación..
Días atrás, el vocero presidencial Manuel Adorni (en cuyo curriculum dice ser economista) distribuyó en organismos públicos una guía de redacción y estilo, con varios errores, en la que además de eliminar el lenguaje inclusivo hace recomendaciones para “marcar lineamientos básicos para que los criterios de escritura sean claros, orgánicos y tengan coherencia editorial”, aunque no respeten las pautas de la Real Academia Española (RAE). Se abstiene de instar a utilizar el lenguaje presidencial.
El documento está encabezado por una cita entrecomillada, “Para romper las reglas, primero hay que conocerlas”, una frase atribuida al artista español Pablo Picasso: “Aprende las reglas como un profesional, para entonces poder romperlas como artista”. El arte de la comunicación oficial se ejecuta sobre todo en redes sociales, con la cuenta en X “Oficina del Presidente”, donde abundan palabras escritas con mayúscula inicial.
Nada es casual
Decía James Bond que una vez es casualidad, dos veces coincidencia, y tres, un plan preestablecido. Se ha instaurado en nuestra vida institucional un rito tan repetitivo, que ya no sabemos cómo calificarlo.
Un sujeto salido de no se sabe dónde es encumbrado sin que nadie sepa por qué a responsabilidades de las cuales no sabe nada: se lo aclama como el nuevo salvador del mundo y, de repente, se nos notifica que el malvado desapareció miles de millones de dólares sin que nadie advirtiera cómo, opina el escritor venezolano Luis Britto García, refiréndose no solo a su país.
Que el más insultante de una era insultante haya ganado las elecciones y sea presidente excede el análisis de discurso público. Ganaron los agravios de Milei, y su promesa de hacer sufrir a la población en aras de lo que escribieron alguna vez economistas sin relevancia, su goce con la quiebra de empresas, su crueldad con los pacientes de tratamientos médicos, su enaltecimiento de la ignorancia, su desprecio del saber, su fortaleza con los débiles y su sumisión con los poderosos, define Sebastián Lacunza.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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