Autora: DANIELA WALLFFIGUER BELMAR[1]
Este artículo tiene como propósito contribuir a la reflexión sobre las herencias culturales y las múltiples formas de discriminación que ha tenido este caso de violencia sexual en Chile.
Al haber un juicio y sanción social frente al caso de Antonia, existe implícitamente que la decisión de una mujer bonita, universitaria y con recursos suficientes para enfrentar la vida, termine con un suicidio por una noche de disco teque y sexo sin consentimiento. Este sentir silencioso revela que son situaciones recurrentes en donde se traspasan constantemente los límites y diversas historias como éstas, nos hacen comprender con impotencia que las relaciones hombre-mujer son en su mayoría violentas, las cuales se han normalizado en un contexto de una sociedad machista y patriarcal.
Tras el apoyo de la ciudadanía sobre el suicidio de una joven chilena en Temuco, este apoyo sólo se comprende gracias a esta oleada feminista que ha posibilitado hasta la fecha, la visibilidad del caso en redes sociales, como además de cambiar el fallo a una prisión preventiva del imputado. Sin duda la presión social volcó el fallo inicial y esto lo transforma en el triunfo de un clamor colectivo que tiene como resultado ser un fenómeno de gran alcance, el cual vale la pena analizar como ciudadanos críticos.
La movilización de la ciudadanía en el feminismo mundial y en Chile, ha ganado su lugar para efectuar los múltiples cambios culturales que está experimentando la humanidad en su conjunto, el cual podemos reafirmar que este feminismo del siglo XXI, está dentro del terreno de lo revolucionario, pues sin la intervención incisiva y constante de dichos grupos, probablemente la familia de Antonia, por más recursos que tengan a su alcance, escasamente hubiesen tenido la cobertura para lograr justicia que cualquier víctima necesita como reparación después de haber experimentado tales sucesos.
La pregunta que surge tras analizar los hechos es ¿Por qué nos afecta tanto a nivel emocional el caso Antonia? En nuestra psiquis colectiva occidental hay algunas respuestas ya que somos herederos del patriarcado griego y romano, en donde esta situación de violencia era tan común que quedaba impune[2]. Sin embargo, las sociedades antiguas eran conscientes y comprendían que sufrían constantemente agresiones desde el orden social y la cultura, recuerdos de la violencia estructural que sublimaron a través de los mitos, tal como Robert Graves o Richards Evans entendieron que en estos relatos existe un reflejo de la cotidianeidad del griego común[3].
El Mito de Medusa nos sirve para comprender cómo se han desencadenado las reacciones frente a este conmovedor caso, porque al igual que el mito, la joven dotada de belleza buscó contar como pudo lo que le había pasado, donde el Dios Poseidón sin respetar los límites, imponiendo sus necesidades ante la humana, la violó en el templo de la Diosa Atenea, donde servía como sacerdotisa custodia. En vez de apoyo y contención de Atenea, dijo que no era culpa de su tío sino más bien de ella en calidad de humana que provocaba los instintos del Dios y decidió castigarla convirtiéndola en monstruo.
La sociedad se ha comportado como Atenea[4] y esta injusticia quedó en el inconsciente colectivo de los griegos comunes que sabían que contra los dioses (los poderosos), no podían luchar ni oponerse a sus caprichos. En recuerdo y memoria de la injusta violación y evitar ese tipo de agresiones, la población griega ponía la cara de medusa en la puerta de sus casas como símbolo de protección contra el mal.
Nosotros somos gente común. Sabemos de manera cotidiana que estamos solos frente al poder y desamparados de todas las agresiones a la que estamos expuestos y por eso psicológicamente nos identificamos, porque los arquetipos griegos están en nuestra memoria como base de nuestra civilización. ¿si nadie te cree ni te protege, cuál es el camino a seguir?
Estas vejaciones junto a muchas otras, son parte de la violencia estructural a la que hemos estado expuesto como sociedad durante mucho tiempo y que hoy, han colapsado bajo todas formas posibles. En la crisis social que vivimos, bajo el estallido social también convergieron: el maltrato a la infancia, la exclusión de los pueblos originarios, desprecio de la vejez, normalización de las condiciones laborales que nos humillan y de la cual todas y cada una de ellas sólo hablan del derrumbe de las bases de nuestra civilización.
En el caso de Antonia, confluyeron variadas formas de violencia, manifestando una crisis cultural en nuestra sociedad chilena. Está manifiesto el clasismo, en donde la gente común comprendió una vez más que si somos ciudadanos sin recursos económicos queda privada de libertad por el mínimo de situaciones.
Todo lo dicho hasta aquí, contribuye a la reiteración del dolor de una familia y de la incapacidad de Antonia de defenderse en vida, puesto que muerta sigue siendo objeto de burlas, sarcasmos y existen dudas de la veracidad de los hechos que ella experimentó. A momentos, se siente que el suicidio, acto sumamente radical y violento a su vez, no importara, además tuvieron que hacer frente a las amenazas y comentarios de una voz defensora del machismo imperante, en la figura de una madre devoradora defensora del hombre – hijo, enaltecido a la figura de un Dios, el cual criado sin límites, le está permitido saciar sus ganas y caprichos de lo que sea, incluso satisfacer sus impulsos sexuales.
Quien sabe que, tras la muerte de Antonia, su figura cobre más fuerza, al igual que Medusa, una mujer bonita convertida en un ser del inframundo, termina con poderes que la sociedad griega reconoce y la coloca como protectora de los hogares. Con mucha humildad termino diciendo que la fuerza de este caso es más estremecedora a medida que pasa el tiempo y que la familia pueda tener éxito para alcanzar la justicia en todas sus dimensiones.
[1] Es profesora de Historia y Magíster en Historia de América. Universidad de Santiago de Chile. [2] Winkler, John. El antropólogo explica que la violencia ejercida a las mujeres en Grecia puede seguirse a través de los mitos, como es el caso de Dafne y Cloe. En Las Coacciones del Deseo. Antropología del sexo y el género en la antigua Grecia. Editorial Manantial. Año 1990. [3] Graves, Robert. Los Mitos griegos. Editorial Ariel. Año 2016; Evans, Arthur. El Laberinto del Minotauro. Editorial Edhasa. Año 2006. [4] Hasta la fecha en que se ha escrito el artículo, ha pasado casi un año del 18 de septiembre de 2019 en donde se han hecho una serie de acciones para indicar que la violación fue motivo del suicidio de la joven.
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