DESIGUALDAD ES INSEGURIDAD
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Autor: HUGO ALCAYAGA BRISO
Mientras el presidente de la República se olvida de la desigualdad y parece exclusivamente dedicado al tema de la seguridad quebrantada por la delincuencia, la Fiscalía Nacional ha alertado por un alza preocupante de hechos de alta connotación pública que angustia a la población.
Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina no solo hay un subido número de homicidios, robos, asaltos, portonazos, turbazos y redes de narcotráfico, sino también secuestros y extorsiones como no había ocurrido antes en el país.
Según la Fiscalía se ha producido una densificación delictual sin precedentes de hechos vinculados al crimen organizado, lo cual se encuentra sin una respuesta adecuada de parte de los niveles gubernamentales pese a sus esfuerzos que han sido persistentes y sostenidos.
El citado organismo dice que “en Chile hay un ecosistema articulado que se nutre de múltiples mercados ilícitos, genera un poder económico paralelo y logra sostenerse en el tiempo mediante redes de lavado, corrupción y control social violento”. La población atemorizada de la mañana a la noche paga las consecuencias.
“Chile exhibe un escenario híbrido – agrega la Fiscalía – donde conviven células transnacionales como el Tren de Aragua, los Gallegos, o los Trinitarios con bandas locales que han aprendido de aquellas y adoptan sus métodos. Esta coexistencia ha densificado el mundo delictual”.
Las medidas implementadas desde La Moneda no han sido las más atinadas: se ha cumplido más de medio año del funcionamiento del Ministerio de Seguridad Pública, pero pareciera que no todos se han enterado, porque la ola delictual continúa arrasando con todo. Probablemente los resultados serían distintos en caso de haberse creado otro ministerio, pero de la Igualdad, como ocurre en otros países para empezar a emparejar la cancha.
Actualmente la desigualdad es el principal problema que afecta a los chilenos, pero como se acrecentó extraordinariamente durante la dictadura hay una minoría que hace cuanto puede para acallarla. Lo hace exitosamente la oligarquía a través de sus políticos, sus partidos y sus medios de comunicación que resaltan todos los días los delitos más importantes, pero se cuidan de no publicar dónde está el origen o cuál ha sido el punto de partida o cómo ha llegado a generarse.
La desigualdad socioeconómica es enorme: en estos días hay algunos – unos pocos – que con cuentas bancarias con muchos ceros a la derecha ya planifican sus vacaciones de verano en el extranjero, en tanto otros – otros muchos – sacan cuentas para ver si con sus insuficientes ingresos podrán llegar al menos a mediados de mes. Sin embargo, hoy no se habla de una reforma tributaria ni menos de un impuesto a los superricos.
En este país azotado por la pobreza, porque las riquezas no se distribuyen equitativamente, cuando en los hogares modestos falta el escaso dinero de que se dispone, se cae a niveles extremos de miseria, crece el descontento y se pasa hambre, se llega a la delincuencia. Eso lo saben muy bien los jóvenes que no encuentran trabajo y los adolescentes que han caído en la deserción escolar para sumarse a bandas de traficantes de droga.
Esos menores que pertenecen a familias desposeídas cuyo jefe de hogar está cesante, forman parte de una generación que no estudia ni trabaja porque nunca ha tenido la oportunidad de nada. Participan en acciones delincuenciales o incivilidades como respuesta a una sociedad que los desprecia.
Cambiar el foco sobre la delincuencia y llegar a sus raíces es tarea prioritaria de las autoridades. No todo puede ser represión, tribunales y cárcel, ni decenas de leyes en el Congreso ni más “inteligencia” para los servicios policiales. Se ha gastado un dineral en más personal, herramientas, unidades y tecnologías para esos servicios, pero el problema de fondo sigue latente y hasta va en aumento, según la Fiscalía Nacional.
El presidente viene de inaugurar en Limache, Región de Valparaíso, un nuevo cuartel para la PDI con una inversión superior a los 3.120 millones de pesos. Allí el mandatario dio a conocer la primera política nacional de seguridad pública, calificada como hoja de ruta de un nuevo modelo de gestión que busca enfrentar los desafíos actuales de criminalidad con una respuesta integral y coordinada de todas las instituciones que trabajan en esta materia.
A la vez, el gobernante destacó que se están construyendo más comisarías, más tenencias y más subcomisarías. Añadió que “tenemos que combatir a los delincuentes con mano firme”.
Esta política nacional – precisó el jefe de Estado – es para reducir los delitos violentos y el temor en la ciudadanía. Se considera desde los ámbitos preventivos hasta la reinserción social y también la atención a las víctimas.
No hay duda de que, si se destinan también tantos bríos, voluntad y recursos a derechos básicos como la educación y el trabajo, los chilenos podrán dejar de las sus penurias y salir adelante con ingresos suficientes, mucho ánimo y siempre buena disposición.
Hugo Alcayaga Brisso
Valparaíso




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