ELECCIONES PRIMARIAS: EL RIESGO DE VOLVER A DECEPCIONAR A LA GENTE QUE CREE
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Autor: RICARDO CANDIA CARES
Queda claro el fracaso del gobierno de Gabriel Boric. No dio para nada. Ni para un sucesor que portara la pachorra con la que llegó, esas grandilocuentes declaraciones, esas amenazas terrible en contra de un orden que terminó por tragárselo. Nadie va a enarbolar con honestidad su legado.
Los cambios sociales a favor del pueblo son siempre con el pueblo, es un fenómeno de mayorías y de proyectos que encarnan esas mayorías. Quizás lo diga la teoría, pero la práctica de la historia es la que enseña.
Queda clara la extinción de la Concertación que siguió viva luego de los mecanismos de resucitación que le diera este gobierno para hacer algo más que el ridículo una vez entronizado.
Queda claro que el desfonde de ese sector aguachento auto referido como el centro político, ese socialismo democrático, que no es centro no es socialismo ni es democrático.
Queda claro que el modelo, la cultura neoliberal, expresa su crisis en estos vaivenes en que el único ausente es el pueblo llano, quienes hacen este país, quienes lo ponen en movimiento, aquellos sin los cuales nada sería posible: los trabajadores.
Porque en estos ires y venires electorales que intentan defender un orden que se desfonda, se ha demostrado que, si ha habido un éxito del neoliberalismo, aupado, perfeccionado, defendido por quienes en algún momento de sus vidas se declararon sus enemigos, ha sido a condición de la desmovilización de la gente que siempre se ha jugado el pellejo por las causas que de verdad valen la pena.
El pueblo se ha reducido a esa gente disponible para que la propaganda o la amenaza surta efectos y se logre su voto para apoyar a aquellos que los van a traicionar. La mentira se ha vuelto la herramienta de privilegio cuando se trata de engrupir a la gente crédula. Está demostrado: a la gente le es más fácil de creer una mentira, que enfrentarse a la crudeza de la verdad.
La concentración de los medios de comunicación en un puñado de especuladores de la derecha no solo tiene como propósito ganar dinero sino, además, el control de los sectores más vulnerables a la mentira, al encandilamiento por medio de lo banal, a las víctimas de una escuela que los embrutece.
Los trabajadores y sus inútiles organizaciones han pasado a ser meros espectadores de una puesta en escena en la siempre van a perder.
Queda de manifiesto la enorme necesidad de un proyecto de país que sepa hacia donde va y no que solo perfeccione este modelo de dominación y abuso para que las riquezas que yacen en su subsuelo no sean regaladas al extranjero que solo dejan el hoyo estéril de donde salen los minerales, podridas las aguas en los que cultivan peces exóticos y depredados los bosques donde mutilan bosques milenarios y sagrados.
La fascinación por el crecimiento económico que no aporta nada al desarrollo del país y el avance de su gente, ha sido el elemento ideológico que permeó la política, que definió un país en el que las enromes masas de gente empobrecida, es la condición necesaria de su existencia.
Si no hay millones de pobres, es impensable que haya un puñado de ricos.
El capitalismo se cae a pedazos en el mundo: no existe libre mercado ni libertad para elegir, para qué decir libre competencia o mercados autorregulados. El capitalismo es el orden que lleva a la humanidad al despeñadero. Vemos a diario como la vasalla, capitalista, genocida, imperialista y colonialista Europa ha entrado en un declive al parecer irreversible. Estados Unidos vive al borde del precipicio financiero.
No es el socialismo el que ha fracasado.
Mucha gente, y con razón, celebra con júbilo tanto como la elección de una mujer militante comunista, como la debacle de quienes inauguraron este orden del que son parte.
Queda por ver si esta alegría que con justa razón celebran los que siempre han perdido, es debidamente leída por la gente presa de su expectativa y de sus ansias de ver alago diferente.
La contradicción que sigue en pie y no se resuelve aún, ni pistas hay de que así sea, es entre democracia y neoliberalismo, que es como decir, pobreza y vida digna, justicia y abuso.
Y, como sabemos, en este dominio en el que se enarbolan soluciones que parchan y que vuelven a parchar, que requiere urgente cambios radicales y de fondo, es muy difícil que, sin la gente, sin mayorías alineadas tras un proyecto que se proponga cambiar las cosas en tiempos inmediatos, a corto, mediano y largo plazo, no se corra el riesgo de volver a la misma decepción de siempre.

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