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LOS ABUSOS MERCANTILES CONTINÚAN

  • Foto del escritor: fcabieses
    fcabieses
  • hace 10 horas
  • 3 Min. de lectura

Autor: HUGO ALCAYAGA BRISSO

 

                El primer fin de semana largo del año ha dejado en evidencia que cabo de una sucesión de gobiernos de apariencia democrática, la historia se sigue repitiendo contra las mayorías de a pie: persisten los reiterados y graves abusos del mercado desregulado que elevan desmedidamente el valor del transporte colectivo interprovincial de pasajeros.

                Muchos chilenos esperan esos días de asueto para trasladarse desde la zona central (Santiago, Valparaíso o Viña) a ciudades del norte o sur del país de donde son originarios por asuntos personales, simple paseo o para visitar a familiares o amistades, pero reciben un fuerte golpe en los bolsillos y se sabe incluso de casos en que han debido suspender el viaje que proyectaban.

                Estos días son también muy esperados por los propietarios de las líneas de buses interprovinciales para subir las tarifas, en forma injustificada e inexplicable, solo para lucrar más y acrecentar sus fortunas en desmedro del público usuario que no tiene vehículo propio y que debe requerir los servicios de estas empresas sin otra alternativa.

                En la reciente semana santa los precios se dispararon otra vez, tal como ocurre en cualquier fin de semana largo o en vísperas de cualquier día marcado en rojo en el calendario. Suele suceder que en estas fechas se registren alzas de un 50, 80 y hasta un 100%.

                Los empresarios del sector argumentan que en tales circunstancias se cobran las tarifas “reales”.  De acuerdo a lo que dicen, los precios de todo el año en condiciones habituales estarían en “oferta” hacia el público, que - créalo o no - igual tiene que pagar lo que se le exige.

                 Más allá de este hecho anecdótico, el alza de los pasajes constituye un golpe bajo para los precarios presupuestos de los usuarios, que deben acudir forzosamente a los terminales de buses con el billete largo en la mano.  Ello, en tiempos de inflación galopante, de preocupante desempleo y de un fuerte endeudamiento al que hay que recurrir necesariamente.

                 Abusos como este son propios del mercado desregulado en un régimen neoliberal, como es el que padece Chile desde la época de la dictadura.  En este país el modelo y el mercado tienen el poder del dinero para manipular a la gente a su amaño.

                Contrariamente a lo que gran parte de la ciudadanía esperaba hace 3 años, no se ha producido cambio significativo alguno y los dueños del dinero siguen siendo también los dueños de Chile.  Cometen injusticias y arbitrariedades contra las mayorías populares a su regalado gusto con la plena certeza de que no van a ser molestados ni nadie va a intentar regularlos o controlarlos, ni menos sancionarlos.

                Los inversionistas que controlan las empresas de transporte colectivo toman decisiones a su amaño por más lucro y más jugosos ingresos y utilidades, sin pensar en los demás que deben hacer malabares para poder comprar un boleto.  Aquellos que alzan los precios sin razón, viven tranquilos en la impunidad.

                Las autoridades políticas se desentienden de la facilidad con que cambian los valores por viajar. Carabineros cuida otros detalles:  las condiciones físicas de los conductores y las mecánicas de los buses, lo que ha llevado a disminuir el número de accidentes en las carreteras, los siniestros viales y las cifras de víctimas personales.

                En los recientes días de semana santa bajó significativamente el número de fallecidos respecto a años anteriores. Una noticia tan buena como ésta habría sido que el valor de los pasajes se mantuvo al mismo nivel que en el resto del mes, la que no se entregó porque no se produjo.

                La prensa oligárquica – la única que circula a nivel nacional solo da cuenta de los miles de automóviles particulares que salen del Área Metropolitana y luego de los que están de regreso en Santiago. Nunca se han referido a la necesidad de limitar los cuantiosos ingresos para la propiedad privada del transporte al que recurren forzosamente las mayorías afectadas por la desigualdad, clave del modelo neoliberal.

                Ciertamente en este poderoso régimen depredador que dejó instalado la dictadura el Estado disminuido no está en condiciones de poder sofrenar la acción del mercado abusivo administrado por una afortunada minoría que solo pretende multiplicar sus patrimonios y que no admite interferencias.

                Está comprobado que ni los gobiernos, ni la casta política se atreve: solo la acción decidida del movimiento popular en la senda del estallido social que salió a las calles en demanda de igualdad y dignidad, podrá – mas temprano que tarde - iniciar la lucha por precios justos, el indispensable equilibrio, no más discriminación ni tantas diferencias, y mejores proyecciones para todos los chilenos.

 

Hugo Alcayaga Brisso

Valparaíso



 
 
 

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