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VALPARAISO EN EL ABANDONO

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    fcabieses
  • hace 14 horas
  • 3 Min. de lectura

Autor: HUGO ALCAYAGA BRISSO

 

                El reciente pavoroso incendio ocurrido en el barrio puerto de Valparaíso – donde solo vive gente pobre – es la gota que ha rebasado el vaso de la paciencia de la ciudad, sus autoridades y su comunidad, cansadas del abandono en que se encuentra por parte del Estado desde hace largos años.

                Desde le época de la dictadura Valparaíso ha visto partir industrias y empresas y no se genera trabajo formal; la salud pública está en la agonía como lo prueba la crisis de su principal establecimiento hospitalario y las interminables nóminas de pacientes en listas de espera, y últimamente ha habido masivas movilizaciones estudiantiles por carencias y problemas estructurales en universidades del consejo de rectores que hasta ahora constituían un orgullo.

                Con razón comienzan a escucharse voces de amplios sectores que claman por que el Estado se haga presente aquí, para terminar de una vez con el absoluto abandono de esta comuna el cual pareciera que el poder central no lo advierte.

                Patrimonio de la Humanidad Valparaíso sufre con frecuencia diversas catástrofes que no dejan a su gente surgir y desarrollarse. Los únicos que aumentan en cantidad son los grupos familiares empobrecidos que toman terrenos ajenos y se instalan en campamentos de tránsito, y los comerciantes ambulantes sin otra alternativa perseguidos a diario por la policía y los controladores del mercado.

                El barrio puerto, pleno Sitio Patrimonial de la Unesco, viene de ser arrasado por un voraz siniestro que dejó cuatro fallecidos, una decena de heridos, destrucción de un cité, viviendas y una tradicional fábrica de cecinas y un total de medio centenar de damnificados que debieron quedar en un albergue en el mercado cercano de La Matriz.

                Hubo personas que en su desesperación por el avance del fuego optaron por lanzarse desde el segundo piso de las casas tratando de escapar de las llamas. Varias de ellas resultaron con graves lesiones y debieron ser hospitalizadas. En los derrumbes otros tantos sufrieron fracturas por aplastamiento o se les atendió por inhalación de humo.

                En la misma manzana también hace un tiempo venía de ocasionar severos daños. Se trata de antiguos y deteriorados inmuebles ubicados en un sector considerado como de alto riesgo. Allí nadie está en condiciones económicas de hacer arreglos o reparaciones en construcciones vetustas o en mal estado.

                La Corporación Municipal de Administración del Sitio Patrimonio Mundial acaba de hacer un llamado a ir en rescate de la ciudad instando al nivel central a buscar fórmulas para reaccionar a tiempo. Lo contrario es quedar a merced de los propietarios particulares que simplemente no intervienen en las urgencias que se necesitan para evitar tragedias como la ocurrida en la primera semana de mayo.

                 Desde hace años Valparaíso permanece olvidado: no hay trabajo formal ni nuevas construcciones ni expectativas para los jóvenes, y solo hace noticia por el hecho de que antiguas casonas se siguen quemando y queda el sitio baldío. Por ello se ha instalado la idea de que el patrimonio de la humanidad no debe ser de la calamidad. El casco histórico no debe desmoronarse.

                Este Valparaíso marcado por la cesantía y la pobreza impuestas por el modelo que viene de la dictadura está afectado hoy por negocios que cierran y fuentes laborales que se van. Sus cifras de desempleo suelen ser más altas que las registradas a nivel nacional.

                 Hace falta un compromiso del Estado, dice la alcaldesa. El municipio no puede solo y el Estado debe hacerse parte para evitar correr el riesgo de llenarse de edificios quemados, sitios eriazos, y construcciones abandonadas.

                La legislación impide al Estado invertir en la propiedad privada. Sin embargo, la situación de abandono y de deterioro está afectando seriamente la vida ciudadana. Hoy es necesario generar políticas públicas especiales de desarrollo que en el siglo pasado no se requerían.

                Existe un compromiso internacional del Estado de Chile al aceptar la declaración de Valparaíso como Sitio Patrimonial Mundial, y es a ese compromiso al que ahora apelan las autoridades porteñas.

                En el pasado reciente Valparaíso debió soportar dos alevosos golpes letales que lo dejaron maltrecho: la dictadura hizo desaparecer la Empresa Marítima del Estado (Empremar) y años más tarde un gobierno de la Concertación encabezado por un presidente democratacristiano determinó la privatización de la Empresa Portuaria de Chile (Emporchi), todo lo cual ha resultado demoledor para los porteños.

                El puerto principal que era en gran medida de esas empresas vitales no ha logrado recuperarse de tan terribles embestidas, por lo cual hoy requiere que el Estado chileno le preste una mano solidaria que posibilite un repunte de la ciudad, de sus 40 cerros y de su esforzada pero maltratada gente.

 

 

Hugo Alcayaga Brisso

Valparaíso



 
 
 

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