Autor: HUGO ALCAYAGA BRISSO
En medio de la catástrofe producida por los violentos temporales de lluvia y viento que no solo dejan miles de damnificados sino que también opacan la visión de algunos, muchos empiezan a aclarar el panorama político y a explicarse por qué no se cumple el programa de gobierno del presidente Boric - presionado por la derecha reaccionaria - que parece más preocupado de priorizar asuntos que no le interesan al pueblo y que perfectamente podrían ser dejados de lado.
Ha transcurrido tiempo suficiente para que la calle confirme con asombro que los aires de la Social-Democracia han ido desplazando los atisbos de Izquierda que hubo en algún momento - cuando parecía que la tarea principal era comenzar la redistribución de la riqueza - y se terminó cediendo ante el poder del dinero que hace y deshace a su amaño de acuerdo a sus propios intereses.
Desde el arribo del Jefe de Estado a La Moneda los partidos opositores han ejercido en su contra una persistente presión para echar por tierra las iniciativas populares, para que se arrepienta, pida perdón todos los días y acepte sin reparos sus imposiciones tendientes a mantener el país sin cambios, con los mismos abusos y desigualdades que son los pilares del modelo neoliberal en aplicación desde la dictadura.
Boric ha cometido el error de mostrarse siempre conciliador, echando pie atrás en medidas que ya había tomado para complacer a los opositores y persistiendo a los llamados a la unidad nacional sin encontrar eco en los sectores pinochetistas que nunca van a aceptar avances ni mejores condiciones de vida para las mayorías pobres y menos pobres. Nadie olvida que en la época más negra de la historia fueron asesinados miles de compatriotas, muchos de ellos desaparecidos, porque el dictador había declarado la guerra al pueblo.
En la actualidad el presidente y sus ministros adoptan posiciones ambiguas. Quizás por ello se diluyeron los propósitos refundacionales, la Constitución militar del 80 sigue vigente, las AFP y las Isapres ganan dinero a manos llenas en perjuicio de sus usuarios, todavía están pendientes la solución al CAE y la deuda histórica con los profesores, no hay indicios de la Empresa Nacional del Litio pero se anticipan jugosos beneficios para los nietos de Pinochet que ya se quisieran millones de hombres y mujeres empobrecidos por el modelo, etc.
Hay también una explicación que dio el Subsecretario del Interior (Monsalve, PS) en reciente entrevista con la radio Infinita. Ante una consulta de por qué no hay al menos una palabra gubernamental de aliento hacia el alcalde Jadue, encarcelado en polémicas circunstancias, el funcionario aclaró dudas y lo dejó establecido: "Este es un gobierno de centro Izquierda..."
Ello equivale a decir que el pueblo fue engañado en las elecciones de 2021. En esa ocasión el electorado popular se pronunció en favor de un gobierno de Izquierda en la senda de Salvador Allende, destinado a preocuparse prioritariamente por los trabajadores y las clases sociales olvidadas, los derechos humanos y las aspiraciones ciudadanas de todo el pueblo, contra las desigualdades y los atropellos del poder del dinero pero ahora este gobierno ha dado una voltereta y muestra su verdadero rostro: de frente y de perfil, su identidad es social demócrata.
Después de la dictadura la llamada centro Izquierda en alternancia con la centro derecha, la derecha y la ultraderecha gobernó y fracasó durante 30 años. Privatizó todo lo que quedaba, destruyó el tejido social, permitió la llegada del tirano genocida al Congreso y luego de su detención en Londres lo trajo de vuelta para impedir que pasara a manos de la justicia internacional, tras lo cual lo mantuvo en la impunidad hasta su muerte.
La llamada centro Izquierda es la Concertación encubierta y fracasada, la que debió cambiar de nombre tratando de pasar inadvertida. Se llamó Nueva Mayoría que siguió marcando el paso y hoy se denomina Socialismo Democratico, nombre de fantasía que nada tiene que ver con el socialismo real.
Con la Concertación de nuevo al mando del país se da por cancelada la posibilidad de las profundas transformaciones prometidas que son las que requieren las grandes mayorías, postergadas una y otra vez porque no hay voluntad política. Solo hay tiempo para cuestiones menores que tienen relativa importancia.
Nunca hubo ningún interés por alguno de los 30 compatriotas asesinados por agentes del Estado ni por los que quedaron ciegos o mutilados durante el estallido social, pero ha habido una excesiva preocupación por el caso del militar venezolano que escapó hacia Chile luego de ser expulsado del ejército de su país acusado de traición a la patria. El teniente Ojeda es un oscuro personaje que no merece tanta preocupación del gobierno chileno desde febrero hasta la fecha.
En este caso han salido a relucir todos los odios y los complejos de la derecha hacia el régimen del presidente Nicolas Maduro, que irradia socialismo hacia todo el continente. Por eso Ojeda salía al exterior a participar en actividades conspirativas en su contra, todas ellas fracasadas. Con histeria la ultraderecha pretende que Boric rompa relaciones diplomáticas con la citada nación sudamericana.
Desde Alemania, donde empezó su gira a Europa, el mandatario chileno no se ocupó de enviar un mensaje de ánimo a los miles de damnificados con el agua al cuello por los temporales de la zona centro-sur. En cambio volvió a arremeter contra las autoridades venezolanas, a las que inexplicablemente calificó de "irresponsables". Siguiendo con el tema, agregó que en Venezuela "las instituciones están deterioradas".
Si el gobierno de Chile sigue perdiendo el tiempo en dimes y diretes con los gobernantes venezolanos tomará más distancia con las necesidades del pueblo. Dar cumplimiento al anunciado programa de gobierno y abocarse a la solución de las urgencias sociales, son las tareas reales hoy de la administración del presidente Boric en su permanencia cada vez más reducida que le resta en La Moneda.
Hugo Alcayaga Brisso
Valparaíso
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