LICENCIAS MÉDICAS: NADA NUEVO BAJO EL SOL
- fcabieses
- hace 20 horas
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Autor: RICARDO CANDIA CARES
Los medios de comunicación extreman sus alarmas y coberturas en tonos genuinamente erizados al saberse lo que se sabe desde que el tiempo es tiempo: que se puede comprar una licencia médica con el doctor de la esquina e irse de vacaciones porque, a pesar de lo que dicen leyes y reglamentos, nadie irá por tu casa para comprobar que de verdad estás en cama y enfermo.
La distancia que hay entre los medios de comunicación y la vida real, es casi sideral. Y la que media entre el sistema político y el mundo concreto, es una molestia que se resuelve por la vía de mirar para otro lado.
De modo que ahora se viene a saber que existe un negocio con el sistema de salud público que permite enfermarse de mentira y seguir cobrando tu sueldo, por relativamente poco dinero.
Que levante la mano quien no haya sabido de la existencia de este entramado.
Pero no es el único ni será el definitivo.
Se ha demostrado, en cincuenta años de reinado de un sistema que se basa en hacer de todo un negocio y jibarizar al Estado limitando sus rasgos fiscalizadores y de paso, corrompiendo las agencias disponibles para la administración de justicia, que el neoliberalismo es el paraíso de los vivos.
Que los tontos son quienes trabajan y viven honrada y ajustadamente del producto de su sueldo, calculado inhumanamente para que no le alcance y ponga su cuello en la maquinaria salvaje del crédito, es la base de una cultura cuyas perlas vemos día a día.
Lo de las licencias médicas sucede porque se conjugan factores que lo hacen posible: así como para que la mentira exista se necesitan al menos dos, uno que mienta y otro que crea, para que exista la corrupción se requiere uno que corrompa, otro corrompible y una ley que se haya hecho para que no funcione.
El sistema de licencias medicas es como cualquier otro sistema de la cultura dominante, por el cual corre dinero. Aunque sea poco.
Si se fija bien, no hay ningún aspecto de la vida institucional del país, es decir, del entramado que hace un Estado, su estructura y funcionamiento, que no haya sido noticia por casos de corrupción, independiente de su escala y su condición de civil o militar.
Y no es que la naturaleza maldita del ser humano tenga por propósito saltarse la fila, aprovechar del más tonto, o justificarse con eso de que la puerta estaba abierta. Para que estos mecanismos detonen y funcionen, se necesita que haya un contexto mayor que lo permita. Ese contexto lo genera la ley.
Si es cierto que, hecha la ley, hecha la trampa, no es menos y contemporáneamente más adecuado, que se hagan las leyes solo para justificar las trampas. En breve, donde haya una trampa que hacer, se necesita un ley que la prohíba.
Santo remedio.
Esta idea viene desde los albores de la nación independiente.
Recordemos que robar tierras mapuche era ilegal y, por lo nato sancionado. Luego veamos de qué se afirmaron los poderosos que les arrebataron sus tierras ancestrales a los habitantes del sur: todo fue legal. Claro que mezclado con un poco de iglesia, escuela, aguardiente y fusiles Comblain, según el caso.
Como manera de adelanto: para salir del problema el sistema tiene suficientes mecanismos: se informará de la constitución de una Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados. Luego, la Contralora General de la Republica adelantará una sucesión de medidas administrativas que sancione los hechos constitutivos de faltas, pero de aquí en más. La oposición exigirá al Ejecutivo querellarse contra todo el que resulte responsable en el caso que haya delitos. El Consejo de Defensa del Estado intentará por la vía judicial rescatar los dineros mal habidos por esa gente.
Pero hay una alta probabilidad de que muchos de los potenciales acusados sean personas vinculados al poder y la cosa va a quedar más o menos tal como está.
Y para que no se diga, buscarán a unos cuantos pajarones que van a perder la pega y que llegarán a un acuerdo para reponer los dineros robados mediante un cómodo plan de pagos, a la espera de la solicitud de condonación.
Y el planeta seguirá su curso estela y sin dios.

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