Autora: CRIS GONZALEZ
Revista Correo del Alba
Manuel Cabieses Donoso es periodista, fundador de la revista Punto Final en 1965, expreso político y miembro del Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile.
A sus 87 años y desde el Blog… Punto Final (https://www.puntofinalblog.cl/), semana a semana brinda a la sociedad y militancia de izquierda sus reflexiones acerca de la coyuntura política en Chile. Protagonista privilegiado de la Unidad Popular (UP), para aproximarnos a la labor periodística en esa época, Correo del Alba se acercó a hablar con él.
Lo primero es preguntarle sobre la situación familiar y su estado salud al día de hoy en el marco de la pandemia global. ¿Cómo ha llevado el confinamiento?
Tengo 87 años y hace cuatro que enviudé de Flora. Vivo con mi hija Francisca. Padezco todos los males propios del “desgaste de material”, y estoy cuidando lo que queda de la reserva de neuronas.
El confinamiento no ha sido problemas. Estoy entrenado para soportar encierros duros.
¿Cuál es su análisis sobre esta inesperada pandemia?
Desde las siete plagas de la Biblia en adelante, la humanidad ha sobrevivido a pandemias terribles. Algunas peores que el Covid-19, como la “gripe española” (en realidad yanqui) de los años 20 del siglo pasado. Solo a Chile costó 100 mil víctimas y al mundo 100 millones.
Espero que la pandemia actual permita revalorizar la salud como un derecho, fortalecer los servicios públicos y dotar de incentivos a la ciencia para descubrir vacunas preventivas de estos flagelos.
Al leer sus memorias, Autobiografía de un rebelde, nos enteramos de elementos de su formación humana, sin embargo, a medio siglo de la experiencia de la UP, queremos consultarle acerca de algunos temas que considere esenciales para el periodismo y la izquierda. ¿Qué cosas han cambiado entre aquel periodismo y el actual?
Todo ha cambiado. Vivimos una época diferente. Desgraciadamente el pensamiento de Izquierda marcha con retraso y se aferra a consignas del pasado.
En cuanto al periodismo: la derecha ha desplazado por completo a la izquierda de los grandes medios de comunicación. La TV, la radio, los diarios y revistas están en poder de intereses oligárquicos. Nuestro campo de batalla son hoy las redes sociales. Pero tenemos que aprender a manejarlas con más soltura y eficacia.
En abril de 1971 se llevó a cabo la Asamblea Nacional de Periodistas de Izquierda, realizada en Santiago y en la cual usted participó en calidad de presidente de la comisión organizadora, evento al que asistió Salvador Allende. ¿Cuál era el objetivo de ese encuentro y por qué se lo hizo? ¿Cuál era la visión de Allende en la materia?
El objetivo era alinear fuerzas sociales y políticas para enfrentar la acción corrosiva de la prensa derechista que preparaba las condiciones del golpe de Estado.
Junto con Jaime Barrios, gerente general del Banco Central, que fue colaborador del Che Guevara en Cuba, presentamos al presidente Allende un plan que, apelando a disposiciones legales y reglamentos laborales, sanitarios, previsionales, tributarios, entre otros, permitiría a los trabajadores de la cadena El Mercurio tomar el control de la empresa.
Allende no estuvo de acuerdo. El Presidente defendía la libertad de prensa y otros conceptos de la democracia liberal en la cual se había formado. Lo dramático es que la derecha no le creía o fingía no creerle que era un demócrata de verdad, pues su propósito era derrocarlo.
En la mentada Asamblea la representación más grande fue de administrativos y periodistas de El Mercurio, ¿cómo se explica que el medio clave de la derecha tuviera a nivel de trabajadores tanta participación?
Esto se explica porque Chile vivía el auge de las ideas de izquierda en el mundo. La lucha de clases protagonizaba enfrentamientos en todos los frentes. Los periodistas, fotógrafos, dibujantes, funcionarios administrativos, obreros gráficos, entre otros, de la empresa El Mercurio, participaban de ese proceso. Compartían las aspiraciones de justicia social y democracia que agitaban a las masas.
¿Cuáles fueron las resoluciones más importantes de la Asamblea?
En lo fundamental: poner al periodismo al servicio del pueblo trabajador y liberarlo de su condición de instrumento de dominación de la oligarquía. Se adoptaron resoluciones organizativas para dar continuidad a la Asamblea. Pero fueron perdiendo vigencia en la medida que el proceso iniciado por la UP tomaba velocidad y profundidad.
¿Qué papel jugó la prensa en la batalla de ideas y la lucha de clases durante la UP?
En ese periodo surgieron muchos medios de comunicación escritos y radiales. Los de izquierda reflejaban las diferentes visiones de sus respectivos partidos. Los de la derecha, en cambio, presentaban un frente único. Con distintos lenguajes, desde el insulto y la calumnia hasta el hipócrita estilo de El Mercurio, disparaban al unísono contra el Gobierno y sus políticas.
La Moneda contó con una estrategia comunicacional, ¿qué medios llevaban la voz del pueblo?
Los partidos Comunista y Socialista contaban con medios de prensa y radio. El Siglo, Puro Chile, Última Hora, Radio Nuevo Mundo, Radio Corporación, semanarios para la juventud, la mujer, los trabajadores.
El MIR también tenía un semanario y una radio. La revista Punto Final, independiente de izquierda, interpretaba a un sector crítico de partidarios del Gobierno que alertaban sobre las insuficiencias de las medidas de La Moneda y el peligro del golpismo.
Usted ha dicho que la función social del periodismo debe prevalecer por sobre el interés particular de los propietarios de los medios, ¿es posible hoy ejercer una labor que cumpla este objetivo ético?
No es posible… hasta que se produzca un vuelco social y político. Está instalada una dictadura del pensamiento conservador. La función social del periodismo no se puede cumplir si los propietarios de los medios son empresarios que solo buscan ganancias.
Sin embargo, aun así en Chile fermenta una protesta social que en octubre y meses siguientes del año pasado demostró su fuerza. Ese fenómeno permanece latente. Ha creado una vía posible para producir el cambio: una Asamblea Constituyente.
¿Qué papel jugó Punto Final durante y después de la UP? ¿Con qué objetivo se reedita y por qué se produjo su cierre?
Punto Final nació antes de la UP. Su cantera ideológica fue la Revolución cubana. Fue clausurado después del golpe de 1973. Reapareció a fines de 1989, cuando la dictadura vivía sus últimos días. Punto Final renació para seguir defendiendo los mismos principios de siempre. Entre ellos una visión latinoamericanista para un proyecto socialista.
El cierre de Punto Final se produjo por motivos económicos. La publicidad es el sostén de los medios de comunicación. Con abundante publicidad los periódicos y revistas, incluso, se pueden regalar, como efectivamente sucede.
Por su línea editorial anticapitalista Punto Final no recibía publicidad del sector privado, pero tampoco publicidad del Estado, controlada por los gobiernos de la llamada centroizquierda. Nuestra existencia, aunque en condiciones precarias, dependía de la publicidad de la empresa venezolana Petróleos de Venezuela (Pdvsa) (fue una decisión del presidente Hugo Chávez, que me honró con su amistad). Cuando Pdvsa dejó de pagar las facturas de Punto Final y de responder nuestros mensajes, llegó el momento de hacer las maletas.
¿Piensa que la libertad de prensa que existía en tiempos de la UP, que se observa por los titulares sin censura y los ataques permanentes al Gobierno, jugó en contra del proceso? ¿Es posible sostener una Revolución dejando a los medios que representan al empresariado publicar sin restricciones?
Creo que una revolución no puede permitirse la debilidad suicida de dejar que sus enemigos mortales ejecuten libremente una guerra sicológica contra suya. Pero a la vez, la prensa revolucionaria debe contar con la libertad necesaria para cumplir su misión social.
El periodismo de investigación y de opinión deberían alcanzar su mayor desarrollo en condiciones revolucionarias. La ética del periodismo al servicio de la verdad y la propiedad social de los medios, deben asegurar al pueblo su derecho a una información veraz y oportuna.
¿Cómo se mantenían los medios en la UP que no contaban con patrimonios como los de Agustín Edwards?
Mediante publicidad del Estado.
Usted es un referente moral para la izquierda chilena y regional, ¿qué se requiere para forjar una ética periodística?
La ética periodística ya existe: está escrita en los códigos de ética de los colegios profesionales de periodistas y se enseña en las escuelas universitarias. Pero ocurre que la ética no se respeta porque en los medios el verdadero director es el gerente, el encargado de velar porque los grandes avisadores no se vean afectados por denuncias o noticias desfavorables. El público cree que las noticias las ocultan o manipulan los periodistas, los culpan a ellos. Ignoran que los periodistas son trabajadores tan esclavos de un amo como todos los demás. Aunque hay que reconocer que muchos periodistas están muy cómodos cumpliendo el papel de perritos falderos. Son una minoría… pero una minoría bien pagada.
¿Hacia dónde cree que se encamina la izquierda chilena? ¿Con las protestas de octubre de 2019 se envió un mensaje distinto a la política nacional?
El mensaje de octubre está claro: reclama un cambio social profundo. Exige poner término al modelo de dominación que implantó la dictadura militar-empresarial en 1973.
En cuanto a la izquierda: tiene un desafío de recreación ideológica y orgánica. En los hechos, no existe todavía una alternativa de izquierda, aunque está germinando. Octubre fue solo un anuncio de lo que vendrá.
En torno al próximo plebiscito constitucional, pueden darse condiciones para esbozar un programa y propuestas orgánicas más definidas.
Aunque el plebiscito y la eventual Convención Constituyente están ideadas como una trampa para abortar las exigencias de cambio, estamos obligados a desafiar esa maniobra de la casta política y arrasar –mediante una clara mayoría– con las reglas que intentan impedir una verdadera Asamblea Constituyente. Llevamos años luchando por derogar la Constitución dictatorial de 1980. Ahora tenemos la oportunidad y no debemos rehuir el desafío”.
¿Cómo sueña el país, la América y en definitiva el mundo en el que vivirán los bisnietos y las futuras generaciones?
No es un sueño: estoy seguro que la Humanidad vivirá una época mucho mejor de igualdad y justicia social, sin racismo ni segregaciones de ningún tipo.
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