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PERSPECTIVAS DE LA DOMINACION BURGUESA EN CHILE



Autor: MAXIMILIANO RODRIGUEZ


La característica central del actual período del capitalismo chileno es que en él se encuentra en pleno curso una significativa reingeniería del aparato estatal burgués, con el consecuente cambio de régimen político de dominación clasista que en dicho aparato se expresa.


Ante el impase que en lo inmediato le significó el estallido social, la burguesía chilena y sus partidos han emprendido –con vacilaciones más, con vacilaciones menos– el camino del cambio constitucional.


Son a lo menos tres aspectos que la reingeniería institucional debe ser capaz de reflejar en el seno del Estado si es que pretende resolver satisfactoriamente la crisis por la que atraviesa la dominación burguesa en Chile. El primero, y tal vez el más complejo, se refiere a la cuestión mapuche. El conflicto que se desarrolla en el Wallmapu es un permanente dolor de cabeza para el gran capital, y que enardece a sectores de la pequeña y mediana burguesía de la región.


Sin embargo, cualquiera sea el arreglo político-institucional al que se arribe –ya sea un esquema de Estado federal, un estatuto autonómico para el Wallmapu, escaños reservados en el Parlamento u otro–, la solución no es sencilla. No es fácil equilibrar en el ámbito institucional la demanda nacional-territorial del pueblo mapuche con los intereses materiales de la clase burguesa dominante; en especial con los de una de sus fracciones tan importantes, dada su particular fisonomía rentista, como lo es el capital forestal.


El otro aspecto que debe dilucidar la nueva institucionalidad estatal se refiere a la base social de apoyo para la dominación que la burguesía ejerce sobre el conjunto de la sociedad chilena. Como han dejado de manifiesto la baja participación electoral y el estallido social, dicha base se ha ido erosionando paulatinamente con el correr de los años, y con especial fuerza en el último tiempo.


Así, si en la época dorada del neoliberalismo el gran capital, y en particular su fracción hegemónica rentista-exportadora, apostó por el éxito económico como base para atraer a las clases medias y pequeña burguesía a su programa, dicha posibilidad no cuenta hoy con la misma base material para llevarse a cabo. El patrón de acumulación exhibe un agotamiento relativo producto de la sensible reducción del componente renta en la ganancia del capital, especialmente en la industria minera.


Lo anterior obliga a la burguesía a buscar y tratar de sellar algún tipo de alianza –en contraste con el simple apoyo[1]–, especialmente con las clases medias, para darle estabilidad a su dominio de clase. Si bien dicha alianza no termina aún de dilucidarse, esta se traducirá seguramente en cambios institucionales (como la paridad de género en los cargos de elección popular) y los criterios sobre los cuales se conduce la política económico-social del Estado (reemplazo de la focalización y subsidiariedad de esta).


Dinámica de la acumulación capitalista y cambios en la fisonomía de la burguesía chilena


Finalmente, los cambios institucionales que se avecinan deberán dar cuenta también de las transformaciones acaecidas en los últimos años en la dinámica de la acumulación capitalista, que no dejan de ser significativas.


Lo sucedido en este ámbito nos acerca a una cuestión crucial: la fisonomía actual de la burguesía chilena. En otras palabras, estamos hablando del bloque en el poder mismo que sustenta la institucionalidad política del país.


Es en relación a dicho bloque, y en función de la evidencia que se discute más adelante, es que formulamos la hipótesis de que lo que hoy sucede en el país, y que finalmente desgarra a la institucionalidad estatal, es un cambio en la fracción hegemónica de la burguesía chilena. En efecto, la hegemonía del gran capital ha pasado paulatinamente desde la burguesía rentista-exportadora hacia una burguesía orientada al mercado interno y la exportación de capitales a la región, lo cual aún no termina de expresarse del todo en el ámbito político-institucional.


La plausibilidad de dicha hipótesis se expresa en dos fenómenos fundamentales:


a. El cambio en las fuentes de crecimiento de la economía; y

b. El significativo aumento de la exportación de capitales de Chile al extranjero.


Con respecto al primero de los fenómenos mencionados, es posible apreciar cómo a lo largo de los diferentes ciclos económicos de la era “neoliberal” las exportaciones han ido perdiendo terreno frente a la demanda interna como ámbito de realización del valor de las mercancías producidas en el país (gráfico n° 1).


Gráfico n° 1




Fuente: Construcción propia en base a BCCh.


En efecto, en sus inicios la liberalización de la acción del capital otorgó a este la facilidad de fluir hacia sectores rentistas que poseían ventajas en los mercados internacionales, constituyéndose las exportaciones en la fuente principal del crecimiento. En tanto que las políticas de contención salarial y control inflacionario de la dictadura relevaron a la demanda interna a un papel ralentizador de la actividad económica.


Posteriormente, las exportaciones afianzaron su rol dinamizador y la demanda interna pasó a ser un componente más bien neutral de la expansión económica.


En sus dos últimos ciclos, sin embargo, se aprecia ya una sensible y sostenida caída en las tasas de crecimiento de la economía. Las exportaciones pierden su rol de fuente dinamizadora de la actividad económica, para descansar esta derechamente en la demanda interna. De hecho, si se compara el último ciclo de la era “neoliberal” con el último de la fase desarrollista (1960-1970), el crecimiento de las exportaciones juega un rol aún menos relevante que en el de aquella época.


Cabe aclarar que lo anterior no significa que las fracciones exportadoras dejen de tener importancia al interior de la burguesía chilena; ni que tampoco estemos ad portas de una reedición de las formas desarrollistas, tanto en lo económico como en lo político, del capitalismo chileno. La burguesía de hoy no es la misma que la de ayer.


Precisamente una de las diferencias que hoy exhibe la burguesía chilena se refiere a su posición internacional. En paralelo –y contradictoriamente– con la baja en la expansión de las exportaciones, se aprecia un importante aumento de los montos de inversión directa de Chile en el extranjero. Tanto así que, al 2019, el monto total representaba cerca de la mitad del PIB del país (gráfico n° 2). Este fenómeno lo consignaba ya la CEPAL años atrás al señalar que «La mayoría de las empresas transnacionales de la región –las denominadas "translatinas"– provienen de Argentina, Brasil, Chile y México». El organismo constataba también el carácter de la burguesía –orientada hacia la demanda interna– detrás de dichas empresas: «A partir de las reformas de los años 1990 surgió una nueva generación de translatinas en los servicios, como […] las empresas chilenas de comercio minorista (Falabella, Ripley, FASA), las cuales han concentrado su estrategia de internacionalización en América Latina.»[2]


Gráfico n° 2




Fuente: Construcción propia en base a BCCh.


El fenómeno anterior tiene consecuencias directas en la forma en que la burguesía local establece sus relaciones con sus símiles extranjeras, y para lo cual el Estado hace de espaldas. En dicho sentido, si bien la renta de las inversiones extranjeras en el país aún supera a los réditos obtenidos por la burguesía local de sus inversiones en el exterior; la relación entre ambas, sin embargo, se ha estrechado significativa y constantemente en los últimos años. Así, si en 1996 las ganancias de los capitales extranjeros invertidos en Chile era cera de 15 veces el monto de lo que obtenían las inversiones del capital local en el extranjero, dicho ratio cayó a 3,6 veces en 2019 (gráfico n° 3).


Gráfico n° 3




Fuente: Construcción propia en base a BCCh.


En síntesis, a pesar de la importancia que aún poseen las actividades rentistas exportadoras dentro de la economía, y las fracciones burguesas asociadas a estas, sería un error hacerse una imagen de la burguesía chilena como una que se encuentra exclusivamente anclada en la exportación de materias primas o que está estructuralmente a la zaga del capital extranjero. La actual fisonomía de la burguesía chilena supera cualquier caricatura simplista, lo cual resulta crucial para dilucidar las perspectivas de las transformaciones en curso y formular una política correcta de intervención para el período.



Diciembre 2020

[1] Para efectos de la caracterización del período resulta importante distinguir en el ámbito de las relaciones de clases entre el apoyo y la alianza. Mientras la primera relación se funda en lo esencial en ilusiones ideológicas (perspectivas de ascenso social en base al esfuerzo individual y capacidad emprendedora, por ejemplo); la segunda, en cambio, conlleva algún tipo de concesión, ya sea política o económica, por parte de las clases dominantes. Para un mayor desarrollo véase Nicos Poulantzas: Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, Siglo XXI, México, 2007, pp. 311-317. [2] https://www.cepal.org/cgi-bin/getProd.asp?xml=/prensa/noticias/comunicados/8/24298/P24298.xml&xsl=/prensa/tpl/p6f.xsl&base=/prensa/tpl/top-bottom.xsl

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